Bianca Bufi NUTRICIÓN INTEGRATIVA
Podía intuir que la forma en la que comemos y el estilo de vida que llevamos, podía influir directamente en nuestra salud y por ende a nuestras emociones, pero no es hasta que siento una fuerte necesidad de equilibrio emocional, por eventos que suceden en mi vida, que no pongo real conciencia a que comer saludable me hace sentir bien y me ayuda a alcanzar esa estabilidad emocional que necesito para seguir con los que haceres de la vida.
¡Soy una apasionada de la vida sana, la naturaleza y los buenos alimentos!
Desde muy pequeña, de una forma u otra, tuve una relación particular con la comida.
Mi primera etapa fue la negación a la misma, ya fuera por aspectos emocionales o simplemente cabezonería infantil, el caso es que la comida no me despertaba curiosidad, no me llamaba la atención, vamos que no me interesaba, sobre todo me daba una pereza tremenda sentarme en una silla para tener que masticar y deglutir…
Siempre era la última en terminar y levantarme de la mesa, porque claro era eternamente lenta. Cuando veo mi cara en las fotos de la época veo que muy feliz no se me veía. Aquello era para mí un suplicio en toda regla, tanto para la aquí presente como para mi madre claro, que probó todos los métodos para introducir esos alimentos a mi cuerpecito serrano.
Esos años pasaron y milagrosamente crecí sin secuelas aparentemente visibles… jaja
Un buen día, sin más, empecé a comer, fue a mis 11 años. Resulta que por aquel entonces mi madre se había leído ya todos los libros de nutrición natural para ver si daba con la pócima mágica para que su hija comiera. Se lanzó por el camino de la macrobiótica y yo milagrosamente lo acepté sin rechistar, todo y que ella me daba carne y pescado para asegurarse que no me faltara algún nutriente.
Cuando iba a casa de mis amigos a jugar o hacer deberes, recuerdo que estaba feliz cuándo sus padres me daban de merendar nocilla con pan inglés o espaguetis de harina blanca refinada con salsa de tomate… quería ser como los demás para ser aceptada por la manada, ya que siempre me veían como la rara por comer distinto. Por suerte tengo una madre sabia, que aunque hace 40 años no estaba ni mucho menos a la orden del día comer ecológico, integral, macrobiótico o de otras formas que no fuera la de la pirámide alimenticia estándar, ella no se rindió y siguió su instinto.
De mayor comprendí firmemente que la alimentación juega un papel fundamental en nuestras emociones y por consiguiente a nuestra calidad de vida. Mi curiosidad me llevó a estudiar y formarme, y ahora se ha convertido en mi pasión y obsesión en saber cada día más sobre esta maravilla de cuerpo tan sofisticado que tenemos que no deja de sorprenderme, para poder ayudar a las personas a mejorar su salud física y emocional a través de un abordaje integral.
Mi propósito es contribuir a que tengas una vida plena, saludable y feliz, obteniendo el máximo potencial de tu salud, compartiendo contigo todas las herramientas que he adquirido a lo largo de estos años.